Blanca Martín: «Día de Extremadura»

Blanca Martín, Presidenta de la Asamblea de Extremadura, recuerda a nuestra región en este 8 de septiembre.
Blanca Martín y Guillermo Fernández Vara en el Día de la Mujer

Por Blanca Martín Follow adrianboullosa on Twitter

Celebramos, un año más, nuestra fiesta regional todos los extremeños. Pero este año nos falta una. Desde hace ya más de dos meses, una joven extremeña, monesteriense, está desaparecida, Manuela Chavero. Desde aquí mi solidaridad con su familia y todo el pueblo de Monesterio en estos duros momentos de incertidumbre y dolor ante la ausencia de noticias.

Miren, les confesaré que creo en la política. La política como el instrumento para mejorar la vida de la ciudadanía, la política como la consecución del Bien Común. La política como la vía de solución de problemas. Creo en la democracia como la única fórmula de gobernabilidad y representación política.

Democracia y bienestar de la ciudadanía, la búsqueda de una vida mejor y en paz, es lo que siguen buscando todas aquellas personas que siguen cruzando el Mediterráneo y entrar en Europa. Hace un año estábamos todos conmocionados con la imagen de la muerte de Aylan. Un año después las costas del Mediterráneo se siguen sembrando de muertes como la de Aylan. Las imágenes de niñas y niños víctimas de la masacre en Siria nos invaden cada día y todo sigue igual. La comunidad internacional sigue enredada en cuestiones locales y no en soluciones internacionales. Esto es un buen ejemplo del fracaso de la política. El triunfo de lo individual sobre lo colectivo.

Permítanme un deseo, que Europa recupere su rumbo, su esencia y que no vuelva a triunfar la desunión frente a la Unión. Que una Europa unida sea capaz de presentar cara a sus nuevos desafíos, que son muchos y muy graves.

Durante este año, han sido muchos los minutos de silencio que, desgraciadamente, han tenido lugar entre estas paredes. Minutos de condena unánime a los actos terroristas que se han producido en el territorio europeo, pero también en Turquía, Pakistán o Estados Unidos. Vivimos un comienzo de siglo adolecido por la violencia terrorista, y para ello la política como vía de resolución de conflictos y la democracia deben triunfar frente a la barbarie y sin razón de la muerte.

Minutos de silencio, que también han ido dedicados a condenar unánimemente los asesinatos machistas en nuestro país. Minutos que se repiten en las puertas de las instituciones, en los ayuntamientos, en las plazas públicas, y sin embargo no sirven para nada más, se han convertido en un gesto simbólico. Gesto donde todas las fuerzas políticas nos unimos pero no hemos llegado más allá. Por eso hoy, volveré a reclamar un día más, un gran Pacto de Estado contra la Violencia Machista, machista porque somos las mujeres las que morimos, a las que nos asesinan ¿Por qué? Sencillamente por ser mujeres. Porque aún vivimos en una cultura machista, y los poderes públicos estamos obligados a trabajar, a legislar por la igualdad efectiva entre ambos géneros. La Constitución Española lo establece y estamos obligados a acatarla, por eso no pongamos trabas en su consecución. ¿Hemos avanzado? La respuesta es SÍ, pero queda tanto por hacer que no podemos cesar en nuestro trabajo.

En Extremadura vamos avanzando, ¿imaginábamos hace años contar con un Consejo de Gobierno donde hubiese más mujeres que hombres? ¿Pensábamos en tener un legislativo donde el número de diputados y diputadas fuese casi el mismo? ¿Habíamos visto alguna vez a dos mujeres presidir sus grupos parlamentarios? ¿Mujeres portavoces de los grupos parlamentarios? En toda la historia parlamentaria regional, solo tres. ¿Mujeres presidentas de Diputaciones?, dos. ¿Delegada y su delegadas del Gobierno?¿Imaginábamos ver una tribuna de directores y directoras de medios de comunicación donde la presencia femenina está a la par de la masculina? ¿Una Presidenta del Consejo Económico y Social y una Presidenta de una Audiencia Provincial? Vicerrectoras en la universidad, presidentas de cooperativas agrarias, secretaria general de un sindicato, puestos y destinos ocupados tradicionalmente por hombres.

Por eso los extremeños y las extremeñas nos debemos de sentir orgullosas de esta Extremadura moderna. De esta Extremadura que estamos construyendo de la mano todos juntos.

Y mucho que ver en la construcción de esta Extremadura se lo debemos al trabajo incesante que han venido desarrollando nuestras madres y nuestras abuelas. La mujer extremeña, con ese matriarcado muchas veces silencioso pero que poco a poco han logrado cambiar con sus consejos, su educación, desde la cultura familiar, desde su pequeña empresa, desde su trabajo nunca reconocido en una explotación agraria, desde sus fogones a esta región.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil, y nos queda seguir definiendo nuestro futuro. Y ese futuro en igualdad se construye desde la base, desde las escuelas. Nuestras maestras y nuestros maestros, tienen un papel incalculable, pero su esfuerzo debe ir acompañado y de la mano de la educación familiar, en nuestras casas, donde se inculque que no hay diferencias entre chicas y chicos, donde se eduque en el respeto al igual. Educar en valores, educar en igualdad.

Extremadura ha sido un pueblo históricamente migratorio por falta de oportunidades. Lo fue en las décadas de los 60 y 70 mayoritariamente. Extremeños que se tuvieron que marchar a otras regiones de nuestro país en búsqueda de un trabajo y que han contribuido al progreso de esos territorios, otros fuera de nuestras fronteras, pero siempre conservando ese orgullo de sentirse parte de esta tierra. Hoy en día la historia se repite, son muchos los jóvenes que han abandonado la región, en la mayoría de los casos buscándose un porvenir. La diferencia es que ahora muchos de esos jóvenes son los formados en nuestras universidades y que han tenido que hacer la maleta, de nuevo a otras regiones y en gran número a otros países no solo de nuestro continente. Para todos y todas esas extremeñas por el mundo, el deseo del retorno, a su tierra, junto a sus familias, con oportunidades laborales para contribuir al futuro de Extremadura.

El 8 de septiembre es, en definitiva, un día para reivindicar el orgullo de ser y sentirnos extremeños.

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