Fernando Ayala: «Historias de vida»

Hace unos días se desarrolló en Miajadas la Gala del Deporte de Extremadura. Como en otras ocasiones, los premiados salieron al escenario y dedicaron al público asistente, unas palabras. Previamente, se proyectaba un pequeño vídeo que narraba lo más singular de sus trayectorias.

Había una coincidencia en la mayoría de los discursos, que el Presidente de la Junta, acertadamente, nos recordó. Los deportistas, con el micrófono en la mano, no lo aprovecharon para ensalzar sus hazañas, para demostrar una vez más por qué son tan excepcionales, para mostrar al resto los motivos de sus triunfos.

Prefirieron no hablar de ellos. Dedicaron su tiempo a los entrenadores, a sus padres, a sus amigos, a sus familias, a sus parejas… Hubo uno que incluso hizo una reflexión sobre la idea equivocada que se tiene acerca de la egolatría que rodea a muchos de los líderes, a su alejamiento de la realidad, a basar buena parte de sus vidas en la consecución de marcas, en lograr buenos entrenamientos, en definitiva, en ensimismarse.

A la vuelta, comentaba con algunos compañeros que me llamó positivamente la atención la presencia muy notable de premios a deportistas con discapacidad. Es un símbolo de la inclusión en este ámbito. No olvidemos que el Jurado había valorado sus méritos compitiendo en el mismo nivel de reconocimiento que deportistas sin discapacidad. Por ejemplo, Guillermo, el nadador con síndrome de Down fue reconocido como el mejor deportista promesa de Extremadura. Eso significa que, nadie, que ningún deportista promesa, de ningún deporte en la Comunidad es valorado con más méritos que los conseguidos por Guillermo. Una buena noticia para la normalización de la diversidad.

La otra cuestión a la que quería referirme, fue la abundancia de premios a deportes considerados minoritarios. Eso representa un triunfo frente al marketing de los espectáculos de masas. Eso significa que el esfuerzo, la superación, la necesidad de continuar progresando, tiene al final la recompensa de la visualización de la actividad a la que dedicas buena parte de tu tiempo en un escenario, habitualmente copado por aspectos, mucho más frívolos y por ende menos saludables y con menor espíritu de sana competitividad.

Estuvimos, pues, ante, auténticas historias de vida.

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