Lara Garlito: «Hoy»

Escribo este artículo sentada frente al ordenador y el árbol que contemplo empieza a saber de primavera, hoy hace un día espléndido en el que el sol nos permite sacar la luz de todo; en esta cuarentena hay días y ratos durísimos, y otros que no tanto, ese dicho de que la «alegría va por barrios» yo lo cambio, por horas.

La vida continúa su curso, las hojas que hoy veo nacer y que levantan el ánimo, se acompañan de noticias con ecografías a través de WhatsApp, de unos amigos; algo tan significativo para tomar consciencia de que la lucha debe estar más activa que nunca, por ellos, por todos ellos que vendrán; les tendremos que contar qué hicimos en estos momentos y cómo nos comportamos. Con ella, con su madre, aprendí y memoricé en historia contemporánea las «grandes pandemias» del pasado.

¡Ay! del pasado, todo indicaba que ya éramos una sociedad tan evolucionada, sucederían muchas cosas, pero ¿esto? ¿una pandemia global? El coronavirus nos ha revelado que, quizá, nos habíamos vuelto una humanidad pretenciosa y soberbia y que, en realidad, somos lo que siempre fuimos, frágiles, vulnerables. Con esto no quisiera buscar una reflexión triste, si no todo lo contrario, porque, aunque, sí, es cierto, nos encontramos ante una pandemia internacional desconocida en su comportamiento y evolución, de la que, en estos momentos, no existe un manual de instrucciones perfecto para frenarla; vemos como ni siquiera unos países y otros están optando por las mismas sendas de lo que esperamos que sean, soluciones, incluso hemos visto como ni siquiera el ejemplo del error del vecino ha impedido que se volviese a cometer; la obra humana no es perfecta, no, nunca lo ha sido: andar, caerse, desandar lo andado, volver a hacerlo, esta es la vida, pero eso no ha impedido que la obra humana haya conseguido las mejores y las mayores maravillas conocidas, porque en cada una de esas fases la perseverancia, el esfuerzo, la fortaleza de perseguir el objetivo lo han hecho posible.

En estos momentos no podemos dejar de pensar y alentar para que no cesen en su empeño a esos seres imperfectos que están buscando la vacuna que erradicará tanto sufrimiento, estoy convencida de que será más temprano que tarde, pero hasta esa precisa y bendita hora; hasta entonces, tenemos dos opciones: trabajar de forma conjunta, unida, para salir de esta situación de la mejor manera posible o, por el contrario, que la separación y el egoísmo nos empujen con desprecio a la salida.

La solidaridad entre países, entre regiones, entre pueblos, entre balcones, entre mensajes, pueden vencer de la mejor manera posible, en nuestras manos está ser ese granito a granito… Hay luz al otro lado de la ventana, hoy brilla ¿es acaso poco importante?

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