Miguel Á. Morales: «No somos Los Santos Inocentes»

 

Recordarle a la gente el progreso obtenido en 40 años de democracia es, a estas alturas, tomarles el pelo. Hacerles creer que somos una región hundida en el desconsuelo es, humildemente, faltarnos el respeto a todas y todos, y negar por pose intelectual, que estamos avanzando y luchando contra el eterno olvido de una España que fue tragedia y vio la luz, igual que Extremadura, pero con años de centralismo favorecedor del que nuestra región no participó más que como mano de obra, es mezquino. Por cierto, mano de obra exiliada que levantó ciudades que hoy intentan erigirse como ejemplo de cosmopolitismo separatista, valga la estúpida y realista paradoja.

Dicho esto, es de recibo gritar a los cuatro vientos que Extremadura mira al futuro buscando nuevas puertas a un progreso definitivo para converger en una geopolítica compleja que va mutando en los subterfugios de un mundo que marcha al colapso por la pobreza, la injusticia y la indiferencia.

Hace mucho tiempo que, gracias a nuestra lucha, nuestras reivindicaciones y los liderazgos regionales, hemos dejado de ser Los Santos Inocentes, triste novela de Miguel Delibes que describía la realidad del campesinado extremeño explotado por el caciquismo franquista.

Pero hacer referencia a ello hoy, cuando las nietas y nietos de las y los explotados y analfabetos jornaleros de entonces, son médicas, abogados, ingenieras, maestras…es un insulto a la voluntad de miles de paisanos que dieron hasta su última gota de sudor por cambiar esta tierra hasta conseguir lo que hoy somos y conseguirlo con lo que teníamos, que no era petróleo, ni mar, ni infraestructuras. Sólo teníamos ganas de progresar y progresamos, más lentamente sí, pero sin dejar a nadie en la cuneta.

Hoy, nuestros retos son diferentes. Hemos sufrido cuatro años de un gobierno basado en el humo del marketing que anunciaba payasadas al ritmo de cerrar comedores escolares, urgencias, cortar rutas, reducir becas y aumentar el desempleo hasta 180 mil personas.

Nos encontramos una región quebrada, con una sanidad pública valorada en el 17º lugar por sus usuarios, sin convocar oposiciones y restando a la educación recursos y profesores. En tres años y medio hemos dado vuelta todo, reabriendo urgencias, convocando oposiciones, sumando más profesores, aunque haya menos alumnado y recuperado la sanidad pública hasta el 7º lugar.

Claro que no es rentable tener un centro de salud en cada pueblo, pero el PSOE nunca midió la vida en parámetros de rentabilidad sino de mejorar hasta máximos utópicos, la vida de la ciudadanía. Ahora, hoy, buscamos conseguir un nuevo modelo de crecimiento basado en nuestras fortalezas. Por ello, la economía verde y circular puede superar para siempre nuestros problemas estructurales y por eso también aprobamos leyes para que las empresas puedan aprovechar nuestra estabilidad para crecer en conjunto.

Hace muchos años que dejamos de ser Los Santos Inocentes y no tuvimos que ahorcar al cacique sino, simplemente, ganarle las elecciones, con esfuerzo, talento y ganas de soñar una Extremadura que es mejor que ayer y peor de lo que será mañana. El PSOE va a luchar contra el tiempo para cambiarlo, como hizo siempre y siempre lo logró.

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