Blanca Martín: «Extremadura hoy y siempre»

Quiero expresar, brevemente mi pensamiento como mujer y extremeña. Somos fuerza en conjunto y nada separados. No nos vale plantear reivindicaciones desde el rencor y el egoísmo territorial, pero tampoco nos vale la lealtad como sinónimo de paciencia a que nos toque lo que esta región lleva esperando años y merece. La paciencia no es eterna.

La historia de nuestra tierra es la historia del exilio, de la migración, del trabajo, también de la explotación y de la marginación. A pesar de ello ofrecimos a España todo nuestro esfuerzo y lealtad para construir un país que ha alcanzado cotas de libertad y progreso desconocidas hasta hace tres décadas. Porque crecimos en igualdad, porque crecimos en libertad y porque crecimos en progreso superando todas las fronteras gracias al autogobierno.

Sí, autogobierno para decir quiénes y cómo somos, autogobierno para llevar la sanidad a cada rincón de nuestra geografía, autogobierno para que las hijas de los jornaleros fueran médicas, ingenieras, profesoras. Autogobierno que hoy nos ha llevado hasta aquí, a todas las fuerzas democráticas, para plantarnos delante de los nuevos retos que debemos superar y definir para seguir construyendo un territorio que debe dar cobijo, trabajo y crecimiento a las generaciones que hoy están creciendo con esperanza y voluntad de vivir en su tierra, porque no olvidemos nunca que nadie se va de su espacio si no es obligado a huir.

La tentación electoralista del odio como fácil y rápida herramienta de captación del votante es hoy la única estrategia de los irresponsables que juegan con la confrontación ajena para no ofrecer más que una grieta insuperable y que, por tanto, dinamite la edificación de una sociedad mejor, plural y tolerante con las diferencias. Recordemos: somos fuerza en conjunto y nada separados.

Dentro de la tentación del odio y del simplismo, se intenta confundir autogobierno con autodeterminación y dejadme que diga algo: la irresponsabilidad de la mentira como estrategia atenta, hoy más que nunca, contra lo que necesita la ciudadanía extremeña y española: paz para crecer en autogobierno y prosperidad.

Y hablando de autogobierno, recordamos que estamos a 35 años de la redacción de nuestro Estatuto de Autonomía. Hace 35 años, una Extremadura saliente de la dictadura, comenzaba a abrir los brazos para lanzarse al mundo y comenzar a ser lo que hoy somos: hospitales, colegios, universidad, centros de salud abiertos y reabiertos, pabellones deportivos, infraestructuras. Es verdad, siendo los eternos olvidados del centralismo estatal, mucho más que la que hoy reclama ser víctima de aquella España, nos abrimos primero al país y luego al mundo para converger en lo que estamos siendo: una región que continúa emergiendo con leyes igualitarias ejemplares y la voluntad de vencer a la despoblación, el paro estructural y la carencia de comunicaciones.

Extremadura no es una bandera, no es un baile ni un plato exquisito. Extremadura es su gente, la que hoy se preocupa por cómo vivirán las generaciones que se están educando en nuestras escuelas e institutos, la que hoy se cuestiona cómo podemos hacer para que el talento que educamos dé su preparación a su tierra y no fuera de aquí, porque el talento ofrece valor añadido al trabajo y el valor añadido garantiza riqueza, empleo, garantiza convergencia en una economía global a la que tenemos que ofrecer valores distintivos que atraigan y aceleren la inversión para que nos elijan porque tenemos estabilidad, espacio y potencialidad para ofrecer.

Hoy, 35 años después, vamos a plantarnos ante los grandes retos que no son, ni más ni menos, que retos que venceremos con capacidades propias, con libertad para articular nuestro criterio ante quienes quieran detenernos o seguir olvidándonos. Seguiremos con lealtad al estado, como siempre, pero sobre todas las cosas, Extremadura es leal a esas niñas y niños que hoy crecen con esperanza de ser y de existir aquí porque, como nosotras y nosotros, aman a su tierra.

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