Fernando Ayala: El atraso

Leyendo este verano el libro del profesor José Antonio Pérez Rubio “Ideología y el atraso de Extremadura ( 1940-1986). Del agrarismo a la terciarización”, encuentro muchos motivos que explican las diferencias en el nivel de desarrollo entre Extremadura y otras Comunidades Autónomas.

Si partimos de la base de lo que últimamente se ha dado en denominar “singularidad”, no están todos los territorios de España en la misma situación y muchas de sus causas se localizan en la Historia, y no sólo en la más reciente.

Por ejemplo, en sectores claves para el impulso de la región, como fue la industria agroalimentaria, cuando comenzó su expansión, tanto debido a cultivos como el tabaco o el pimento ( más tarde el tomate), así como en la textil ( la transformación de la lana) o en la ganadería ( fundamentalmente a través de la explotación del cerdo) ya tenían establecidas sus industrias de procesado en otras partes del país. A modo de muestra, Cataluña ( la lana), Murcia, Valencia o Navarra ( las conserveras) o Castilla y León ( los embutidos).

A ello se le suma el nulo desarrollo que hemos tenido en sectores industriales como la mecánica o la química y localizaciones masivas del sector servicios en determinadas ubicaciones más centralizadas como Madrid ( eso sí, a nosotros nos queda el peso que tienen en este sentido los funcionarios).

Encima, en los años 60 sufrimos la sangría de la emigración que a Extremadura le hizo estancarse ( incluso retroceder) mientras que a otros espacios, tanto nacionales como internacionales, les permitió gozar de una situación de esplendor económico, del cual algunas ahora añoran o pretenden mantener, a costa de lo que sea.

Si bien es cierto que en las últimos decenios se ha avanzado mucho en estos sectores en Extremadura, la razón fundamental de nuestro atraso, que ya se ha comentado reiteradamente, es que no competimos con el resto en igualdad. Si esto fuese una carrera, hay que señalar que el resto de los participantes han salido con bastantes metros de ventaja y por lo tanto tenemos que hacer un esfuerzo mucho más mayor que ellos para ponernos a su altura. Contamos con una enorme desventaja, que es cierto se va paliando, pero en ocasiones, las circunstancias o los recursos que nos llegan no permiten que la diferencia aminore.

En definitiva, buena parte de los males actuales de Extremadura tienen su origen en la Historia y su conclusión en una escasa aportación al PIB nacional, su poca población comparando porcentualmente con el total de España, su mucha dependencia de las decisiones de las grandes empresas ( que encima no están ubicadas en nuestro territorio) y por último un espacio físico no muy agradecido para el desarrollo de determinadas variables industriales.

Hecho el diagnóstico sobre el atraso de Extremadura, sólo cabe continuar actuando sobre las causas de éste para obtener consecuencias que hagan que en el menor tiempo posible hablemos desde otras perspectiva

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