¿Por qué titulo así este artículo? Porque ese paseo que va desde mi casa hasta la Concatedral de Santa María de Cáceres y que el domingo hice con mis padres, había dos corrientes de paseantes, unos que bajábamos y otros que subían, el trasiego era notable pero no era menos la serenidad con la que dábamos los pasos.
Sentí el devenir de las ganas de vivir, de volver a las calles, eso que tanto habíamos echado de menos y que durante un tiempo metimos dentro de un paréntesis bajo preocupaciones mayores. Landero en Una historia ridícula pone en boca del protagonista que pareciéndole la palabra primavera algo exagerada y reservada para artistas y los enamorados, pero que al instante continúa que ante su amada no evitó comparar ese sentimiento con ella, como «el misterio de la vida que regresa como un empuje que te arrebata».
Y así podría describir ese sentimiento pero aplicado a la realidad corriente, y que curiosamente regresa en esta estación, que vuelve con un campo exultante y con la vuelta a la vitalidad de las ferias del libro y de los sectores pujantes en la economía regional. Nunca pararon, pero ahora comprobamos en sus ferias todo ese trabajo, su extraordinaria evolución y su fuerza para adaptarse a los mercados globales y la competitividad que se exige.
Tras cuatro años sin celebrarse, volvía Ficor, la Feria Internacional del Corcho en San Vicente de Alcántara. Este sector representa más de 50 empresas, más de 600 empleos directos, 30.000 jornales en la temporada de saca. Extremadura es líder mundial en la producción de corcho. El corcho es exportación, vanguardia, innovación, investigación, sostenibilidad, es artesanía, maestría en su formación, tradición, es fuente de riqueza indiscutible. Invito a que la veáis, a que pongáis una lupa sobre lo que es y son, a su investigación, y los datos económicos que implican.
En cada una de esas ferias hay mucho empleo, mucho talento, mucha formación y muchas personas que dedican sus vidas al progreso de sus sectores pero que sumándolos todos son los que construyen y generan la modernización de esta región y de este país. Son los que asientan los proyectos de vida, los hogares. Y todas las decisiones, las coyunturas, absolutamente todo, afecta y se materializa en el día a día. No hace mucho hablábamos de la importancia de la consecución de un acuerdo en el seno de la Unión Europea por parte de España y Portugal por el que consiguieron los topes del precio del gas que se utiliza para generar electricidad con el objetivo de bajar rápidamente los precios de la luz. Hoy ya sabemos que el 40% de los hogares extremeños pagarán menos por la factura de la luz, por esta medida, por esta negociación.
Esta semana había debate sobre la convalidación del Plan Nacional de Respuesta a la Guerra que supone bajar 20 céntimos en carburante, bajar el IVA del 21% a 10%, limitar el 2% la subida del alquiler, la subida del 15% del ingreso mínimo vital, 10.000 millones en créditos ICO: transportistas, agricultura, ganadería, pesca, industria.
¿Quién puede votar que no a ello? ¿Quién es capaz de pensar en la frivolidad de sí mismos y en electoralismos y no en las personas, en los sectores que día y noche trabajan?
Hay quienes piensan que ayudar a un sector, por ejemplo, el del vino, es difundir en un tweet un bulo sobre su prohibición; pero votan no a todos los decretos y ayudas. El Partido Popular en Extremadura, por ejemplo, en la Asamblea de Extremadura vota no por sistema, daba igual si estábamos en pandemia o si eran para la recuperación.
Y otros que los apoyan, que se sientan, que negocian, que buscan acuerdos y legislan.
Y sí, son estos últimos, los que acompañan en «ese empuje que arrebata» que son los profesionales, los sectores. Nada más, eso sí, mucho más lento y arduo que 140 caracteres.
