Artículo de Blanca Martín, Presidenta de la Asamblea de Extremadura.
Extremadura es el resultado de un largo camino que hemos recorrido a pasos agigantados desde que somos una Autonomía, desde que somos y estamos en democracia.
Es muy fácil señalar con el dedo desde un presente con infraestructuras, servicios públicos y un territorio cohesionado a partir de una idea clara de igualdad entre municipios y personas.
Si embargo, no podemos dejar de recordar que veníamos de muy atrás, y a lo máximo que podíamos aspirar era a ser un coto de caza para los pudientes representantes del centralismo español. Ya no es así.
Y no es así gracias a un proyecto de región que nos llevó décadas desarrollar. Porque primero eran los hospitales, los centros de salud, las escuelas, los caminos rurales, las alcantarillas, las luces en los pueblos…y una vez desarrollado cada una de las herramientas que no teníamos, ir más allá.
Y más allá no era solamente el tan hablado tren, sino y sobre todo, producir conocimiento, aprovechar transversalmente el talento de todas las capas sociales y no únicamente de los más favorecidos por una España que concentraba su riqueza en unos pocos.
Por ello, hoy, a esta tierra no la reconoce nadie que haya crecido en las penurias de entonces, sufriendo aquí u obligado al exilio económico tan cruel como el político. Ahora tenemos infraestructuras y un futuro en el que aspiramos a que el talento, a que la juventud se quede.
Es verdad, necesitamos facilitar su incorporación al mercado laboral para no dejar escapar a las y los mejores. El capital humano, la capacitación y la velocidad para dar respuestas a los problemas, son el producto más necesario para avanzar en materia empresarial o en trabajo en conjunto. Y en Extremadura lo hay.
Por ello, hoy que tenemos todo para abrir más y más puertas a las oportunidades, estamos ante una ocasión histórica para desarrollar todos los proyectos que tengamos en mente. Es hora de pensar en grande, tenemos con qué, con quién y el lugar adecuado para crecer juntas, juntos.